Una expliacion de resiliencia (Maria de Villota)

Publicado el 14/02/2014 ~ 0 comentarios
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Escribe Maria de Villota en el prólogo de “La vida es un regalo”: “El mensaje tan importante que quiero contaros y que creo que no solo lo he vivido yo, sino también amigos que han pasado Maria Villota -La vida es un regalosituaciones parecidas en sus vidas, es que hasta cuando te estás muriendo puedes decidir si sigues luchando y abandonas el barco. Yo no vi un túnel, ni una luz. Soy creyente pero no vi a nadie que me dijera nada. Sin embargo, estaba peleando en aquella sala de quirófano hasta sentir una fatiga indescriptible. Y si, decidí seguir luchando. No es fácil porque no sabes que estás batallando por vivir, ¡qué va!, mi cerebro me soñó en otra realidad. Pero ¿sabéis qué?, ese sueño era mi vida, quien yo soy, y tenía la certeza de que la gente que quiero estaba conmigo. Siento mucho respeto al decir esto, no estoy diciendo que alguien que se fue pudo quedarse, no; solo digo que yo podría haberme ido, que siento que podría haber abandonado, pero mi esencia, mi alma, decidió seguir combatiendo.
Este libro es para mí un grito a la vida, porque, como os he dicho, siento que tengo la cabeza de un adulto con la sensibilidad de un niño” (leer prólogo de “La vida es un regalo”).
El 11-10-2013, con 33 años y a las puertas de la publicación de su libro, falleció cuando se encontraba en Sevilla para dar una conferencia; “Lo que de verdad importa”, dirigido a personas que hubieran vivido y superado situaciones tan traumáticas como la que sufrió ella en julio de 2012 (fecha en la que sufrió un grave accidente mientras realizaba un test aerodinámico para el equipo Marussia). Puede verse Mariadevillota.es.

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“El que habla solo de su pasado es que tiene una llaga abierta, la llaga enferma de los recuerdos, y por ahí se le va la vida y la memoria” (F. Umbral 2001).
Suelen subrayarse tres síntomas descriptores que evidencian la existencia de un trauma no digerido: REEXPERIMENTACION (flashbacks), EVITACION e HIPERVIGILANCIA. El anonadamiento y la vivencia del yo liquidado, barrido, hueco o vacío, son descripciones habituales enlazadas a las reminiscencias traumáticas.
Sin embargo hay una diferencia entre la resistencia y la resiliencia, porque es difícil prever las reacciones al estrés que vamos a tener porque su misma naturaleza (súbita e inhabitual) nos incapacita para anticipar respuesta alguna. Pero sí hay ciertos factores que auguran resistencia al estrés (E. Echeburúa, 2004):
.-                    Control de las emociones y valoración positiva de uno mismo.
.-                    Estilo de vida equilibrado.
.-                    Apoyo social y participación en actividades sociales
.-                    Implicación activa en el proyecto de vida (vida rica)
.-                    Afrontamiento (exitoso) en las actividades de la vida diaria.
.-                    Aficiones gratificantes
.-                    Sentido del humor
.-                    Actitud positiva ante la vida
.-                    Aceptación de las limitaciones personales
.-                    Vida espiritual
Pero estos factores acercan el concepto de resistencia al de resiliencia, porque crean una especie de red vincular, y ésta red hace de amortiguador del impacto traumático y ayuda a reconducir las tensiones que produce un trauma hacia una forma personal de elevar las situaciones hasta llegar a fortalecer la personalidad (alegría, sentirse agraciado, tener paz, empatía, etc.). Esta red vincular (R. Zukerfeld, 1999) además proveerá de una serie de parapetos frente al trauma que reducirán el sentimiento de vulnerabilidad y desamparo interior.
Por esto, frente a la desorganización que causa un trauma en la persnalidad, la resiliencia es la alternativa más sana. El artífice del concepto resiliencia es Boris Cyrulnik quien dio un aldabonazo a la RESILERE: “volver  a entrar saltando”.

V.E. Frankl (1946) apenas un año después de su liberación de un Lager, escribió: “Vivir es sufrir. Sobrevivir es encontarle sentido al sufrimiento y encontrar una determinada dignidad en medio del sufrimiento”.
El se mostró seguro de que incluso en las peores circunstancias de traumatismo continuado, degradación y tortura, un recuerdo bello, un paisaje asombroso, una broma, una caricia, un trozo de pan inesperadamente recibido, pueden actuar como salvavidas que ayuden a continuar cuando otros sucumbirían al desmoronamiento y a la desesperación. Para lograrlo la “condition sine quanon” es que el sujeto recupere, en algún grado, su percepción de control sobre la situación que vive, por muy terrible que sea. La sensación de agencia de autoría, de libertad o de fuerza para remover el destino y alejarse de la indefensión, es primordial.
Cyrulnik vuelve sobre éstas ideas y nombra la resiliencia como una capacidad, pero también como una actitud pro-activa de resistencia y flexibilidad adaptativa que permite, como un junco, doblegarse SIN partirse; rozar el suelo pero erguirse nuevamente con cada embate. Lo que salva a las personas es encontrar en medio del infierno un mínimo resquicio o recuerdo que ayude a evocar el paraíso y a descongelar el corazón:
“Un espantapájaros, un espectro, se esfuerza por NO pensar porque es demasiado doloroso construir un mundo íntimo plagado de representaciones atroces. Cuando uno tiene un trozo de madera en lugar de un corazón y paja bajo el sombrero, sufre menos. Pero basta que ese espantapájaros encuentre un hombre vivo que le insufle un alma para que el dolor de vivir vuelva a tentarlo” (B Cyrulnik, 2009)
Al leer a Cyrulnik, es inevitable recordar aquel forismo de de Nietzche que decía: “cuando se tiene un porque vivir, se soporta casi cualquier como”. La afirmación reiterada de Cyrulnik es que lo que nos salva del trauma y nos hace resilientes es el VÍNCULO y el SENTIDO.
E. Groterberg (1998) había dicho que la resiliencia: “se la entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas, y ser transformado positivamente por ellas”.
Una de las claves del éxito es encontrar un “tutor de resiliencia” (A. Melillo), que es un conjunto de factores protectores contra las adversidades y la fractura traumática. Este “tutor” es como un adulto interior (es decir, es el discernimiento personal sobre el mal y el bien, sobre la belleza y la fealdad, sobre la verdad y la mentira): que posibilita aceptar de forma incondicional ser reconocido, valorado y fomentado por esas convicciones, que se pueden concretar en recuerdos o compromisos adquiridos, que sirven de ancla para no sucumbir ante la zozobra de las circunstancias.
Los pilares de la resiliencia (A. Melillo) son factores protectores contra las adversidades y la fractura traumática:
.-Capacidad de relación
.-Autoestima
.-Introspección
.- Independencia
.-Iniciativa.
.-Creatividad
.-Moralidad
.-Pensamiento crítico.

Cyrulnik muestra como la fortaleza resiliente se encuentra mediante el esfuerzo para conquistar la propia autonomía, mediante la asunción de retos y desafíos, evitando la sobreprotección y la entrega pasiva al control externo o la ausencia de control.
Cualquier ardid puede ser válido si se utiliza al servicio de la recuperación del control, la fabulación, la ensoñación, el juego, la creación literaria, la pintura, etc., y por esto, ayudan eventualmente a afrontar las pérdidas y los duelos, en suma: las demoliciones del mundo interno.
“Nadie afirma que la resiliencia es una receta para la felicidad. Es una estrategia de lucha contra la desdicha que permite arrancarle placer a la vida pese al murmullo de los fantasmas que aún percibe en el fondo de su memoria” (Cyrulnik, 2003).
La figura literaria del oxímoron, de la que fue maestro Quevedo cuando decía aquello del “fuego helado”, “ la libertad encarcelada”, etc, sirven a los autores  que han desarrollado las técnicas de aprendizaje y fomento de la resiliencia, para plasmar el origen de donde brota la actitud resiliente: ante un impacto traumático, se produce una fisura: una parte carga con el padecimiento y puede necrosarse, otra en cambio, más protegida por núcleos resilientes antiguos, puede aprovechar el trauma como un trampolín para propulsarse y lanzarse hacia la recuperación del control.
Crecerse ante la adversidad, en vez de hundirse y desesperarse, forma parte de ese oxímoron. El sujeto crece con el trauma, se descubre a sí mismo gracias a él. En virtud del oxímoron, sería la CARCEL DEL TRAUMA la que, en verdad resultará liberadora.
Sin embargo, sería aberrante decir que un resiliente crece gracias al trauma, pero no el decir que por el trauma o a través del trauma. Esto significa que atraviesa el trauma por medio de la resiliencia.
Cyrulnik acaba de contarnos (2010) su experiencia de superviviencia cuando tenía seis años en su obra: “Me acuerdo. El exilio de la infancia”. Pese a lo escalofriante de lo recordado y a su reencuentro con las imágenes del recuerdo en sus mismos escenarios, él mismo logró hallar las claves que ayudan a entender la resiliencia.
En realidad no es sino un mecanismo entre muchos posibles, pero logra cambiar el hilo de la narración, revistiéndola de un sentido, al menos parcialmente, positivo.
Así detalla lo importante que es tomar parte activa en eludir el propio destino, no aceptar nada como inexorable, no resignarse jamás a lo que destruye, no rendirse a la angustia de aniquilación o disgregación del yo.
A medida que va denunciando y detallando los recursos utilizados vemos casi en acción los resortes que plasmó Roberto Benigni en “La vida es bella”: distorsiones, filtros interpretativos, racionalizaciones, escisiones, ensoñaciones, todo sirve de maquillaje de una realidad destructora, embelleciendo y sublimando lo horrible.
Las personas resilientes, nos dice, no son contentadizas ni manipulables con señuelos, no se dejan engatusar y saben renunciar a un placer inmediato que podría llevarlas hacia la desgracia.

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Otro ejemplo es el libro de Tim Guénard “Mas Fuerte que el Odio”. También se puede leer una breve entrevista del mismo autor: ¿Me quieres? Otros testimonios de resiliencia en esta web:
– Laura Renom y la resiliencia
– Maria Belón & Naomi Watts -Lo imposible
– La sonrisa de ser luchadora: no víctima
Como formación en el autocontrol y aprender a priorizar en la vida real:
– La idolatría del placer
– El Self control, señal de libertad
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