Publicado el 27/09/2010 ~ 3 comentarios
La dignidad de la persona
La especial dignidad que le pertenece por ser hombre, hace que NOS miremos mutuamente como los seres más valiosos, sublimes y nobles de cuantos existen en la naturaleza.
Fundamentos de psicología de la personalidad, Aquilino Polaino-Lorente (dir.), Javier Cabañes Trufiño, Araceli del Pozo Armentia, 2003, p. 50-51.
La excelencia se realiza en la persona en un modo cualitativo y cuantitativo sin parangón alguno en la naturaleza. Esa grandeza es constitutiva y por consiguiente, le pertenece y le es propia, por el hecho de ser persona, con independencia de cuáles sean las metas que alcance o no en el decurso de su vida (Melendo, 1999).
La dignidad tiene más que ver con la interioridad de la persona que con los resultados que obtenga; con la singularidad ontológica irrepetible que le caracteriza, que con el alto nivel de calidad de vida que pueda obtener, por muy elevado que este sea; con la irrestricta apertura a la verdad que con la acumulación de la cuantiosa información de que pudiera disponer; con la capacidad de darse a los otros que con el mero recibir a través de las transacciones que haya realizado, por muy generosas que éstas fueren; con el hecho de descansar-en-sí-misma, en que consiste (Spaemann 1989), que con el refugio en la fortaleza social mejor blindada; con la capacidad activa de ser (autonomía) que con la poderosa magnitud y relevancia gratificadora del modo en que responda al flujo estimular; con la libertad personal, que le hace experimentar que tiene la vida en sus manos que con la seguridad y dependencia que le proporciona la estructura social más poderosa en que pueda cobijarse.
Esta dignidad constitutiva atraviesa e ilumina el entero vivir de la persona, desde su inicio hasta su término, y esto con independencia de que la persona se deje guiar o no por ella, o actúe para consolidarla y acrecerla o para disminuirla y quebrantarla. Pero más allá del actuar y del comportarse humano, la dignidad constitutiva resiste todos los embates. Siempre quedará un residuo de dignidad –por mucho que cueste reconocerlo en ocasiones- a donde la persona puede volver una y otra vez, para desde allí tratar de nuevo de encontrarse con quien realmente es.
Como psiquiatra –próximo ya a las cuatro décadas de ejercicio profesional ininterrumpido– he de constatar que por muy variadas, desalentadoras, antinaturales e inhumanas que hayan sido las peripecias de la persona a lo largo de la travesía de su vida, tengo observado que siempre ha podido volver sobre sí –dejo a un lado el sendero que este comportamiento comporta– para encontrarse y reconocerse como quien es, como ese alguien remoto cuya grandeza y robustez cualitativas todavía alza su voz para hacerle consciente de su dignidad.
La persona, qué duda cabe, puede des-hacerse a si misma, al hacer su vida. Pero esta hechura de que naturalmente está hecha –su dignidad– es muy difícil de acallar y, desde luego, imposible de extinguir por completo. Permanece siempre un eco lejano de la dignidad, presuntamente perdida, en el hondón del corazón humano que, a penas se le permita expresarse, se transforma en voz clamorosa, animante, vigorosa y verdadera que persuade a la persona a ser quien es: “Recomienza –dice en su interior– deja el pasado, crece, ocúpate del futuro, trata de rehacerte, aprende de tu experiencia y sirve con ella a los otros, procura comportarte de un forma más digna y así merecerte la dignidad de que fuiste dotado, ábrete a la verdad y al encuentro con los otros, haz uso de tu libertad restaurada, no te dejes esclavizar por lo que fuiste, se fuerte, tú puedes, inténtalo una vez más, comienza, toma ya una decisión, prueba a hacerlos, persuádete de que todavía puedes ser quien eres, quien quieres ser, quien debes ser”.
En cierto modo, habría que concluir aquí, que esta es una de las más importantes funciones de la psicoterapia: ayudar a las personas que se han des-hecho al tratar de hacerse (erróneamente) a sí mismas, a que rehagan sus vidas al tiempo que re-hacen su dignidad como personas (Aquilino Polaino-Lorente).
EL SI A LA VIDA, por tanto, ES ROTUNDO: ES EL DERECHO QUE FUNDAMENTA LA DIGNIDAD.
Este vídeo, muestra con rigor científico y de forma didáctica, los fundamentos biológicos y el desarrollo del ser humano desde la concepción hasta el nacimiento. También expone diversos tipos de aborto y las respuestas pro vida a esta tremenda realidad. Ha sido confeccionado con imágenes fijas y gráficos ampliamente experimentados en sesiones educativas. El guión ha sido elaborado por un equipo de médicos especialistas, psicólogos, educadores, orientadores familiares y juristas. Es respetuoso con las leyes españolas vigentes. Destinarios: a partir de los 14 años de edad. Fundación Pro Vida de Cataluña.
Y en este otro, más breve, se observa el comienzo de la vida desde la concepción hasta el alumbramiento. Es para maravillarse con “el milagro de la vida”. Todos formamos parte de este milagro.
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Fernanda dijo el 14.10.2010 a las 7:08 pm
y sin que uno haga nada, solo sucede por si mismo. Me lleva a pensar. Es perfecto
JPBakea dijo el 18.10.2011 a las 3:08 pm
Me encontrado este artículo bueno, bueno. Los intereses camuflados de la donación de ovulos: http://www.temesdavui.org/imprimir/imprimir.php?lng=es&tipo=art&id=627
Mas para pensar y actuar.