La maravilla del ser humano: Carlota y Viktor Frankl

Publicado el 29/03/2011 ~ 4 comentarios
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Carlota Ruiz de Dulanto. Al video le sobra una presentación, porque impresiona su serenidad, su capacidad de adaptación, su capacidad de felicidad en medio de las adversidades.

Y parece que, a lo mejor, la alegría y la paz son productos solo de la química y de las ganas. Quizás es la impresión, aunque también es nesaria la química.

Quizás el resultado completo radica en aprender a saber amar, entregar la libertad, desarrollar el sentido de la trascendencia, perder la verguenza, crecer en sencillez, etc. Viktor Frankl lo consiguió en un momento clave de su vida. Neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador de la Logoterapia. Superviviente desde 1942 hasta 1945 a campos de concentración nazis como Auschwitz y Dachau. Autor de la prestigiosa obra “El hombre en busca de sentido”. En los siguientes vídeos se explican algunos detalles.
Charla de motivación de Viktor Frankl en Auschwitz.
Breve biografía de Viktor Frankl, y los principios de logoterapia.
Entrevista al Dr. Viktor Frankl (1905-1997): El sentido de la vida.

Copiamos las páginas 86-87 del libro de Viktor Frankl EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO, donde el mismo autor resume las palabras de su famoso discurso.
Asistencia psicológica
Seguidamente hablé del futuro inmediato. Y dije que, para el que quisiera ser imparcial, éste se presentaba bastante negro y concordé con que cada uno de nosotros podía adivinar que sus posibilidades de supervivencia eran mínimas: aun cuando ya no había epidemia de tifus yo estimaba que mis propias oportunidades estaban en razón de uno a veinte. Pero también les dije que, a pesar de ello, no tenía intención de perder la esperanza y tirarlo todo por la borda, pues nadie sabía lo que el futuro podía depararle y todavía menos la hora siguiente. Y aun cuando no cabía esperar ningún acontecimiento militar importante en los días sucesivos, quiénes mejor que nosotros, con nuestra larga experiencia en los campos para saber que a veces se ofrecían, de repente, grandes oportunidades, cuando menos a nivel individual. Por ejemplo, cabía la posibilidad de que,  inesperadamente, uno fuera destinado a un grupo especial que gozara de condiciones laborales particularmente favorables, ya que este tipo de cosas constituían la “suerte” del prisionero.
Pero no. sólo hablé del futuro y del velo que lo cubría. También les hablé del pasado: de todas sus alegrías y de la luz que irradiaba, brillante aun en la presente oscuridad. Para evitar que mis palabras sonaran como las de un predicador, cité de nuevo al poeta que había escrito: “Was du erlebt, kann keine Macht der Welt dir rauben, ningún poder de la tierra podrá arrancarte lo que has vivido”. No ya sólo nuestras experiencias, sino cualquier cosa que hubiéramos hecho, cualesquiera pensamientos que hubiéramos tenido, así como todo lo que habíamos sufrido, nada de ello se había perdido, aun cuando hubiera pasado; lo habíamos hecho ser, y haber sido es también una forma de ser y quizá la más segura.
Seguidamente me referí a las muchas oportunidades existentes para darle un sentido a la vida. Hablé a mis camaradas (que yacían inmóviles, si bien de vez en cuando se oía algún suspiro) de que la vida humana no cesa nunca, bajo ninguna circunstancia,  y  de  que  este  infinito  significado  de  la  vida comprende también el sufrimiento y la agonía, las privaciones y la muerte. Pedí a aquellas pobres criaturas que me escuchaban atentamente en la oscuridad del barracón que hicieran cara a lo serio de nuestra situación. No tenían que perder las esperanzas, antes bien debían conservar el valor en la certeza de que nuestra lucha desesperada no perdería su dignidad ni su sentido. Les aseguré que en las horas difíciles siempre había alguien que nos observaba —un amigo, una esposa, alguien que estuviera vivo o muerto,  o un Dios—  y que  sin duda no  querría que le decepcionáramos, antes bien,  esperaba  que  sufriéramos  con orgullo —y no miserablemente— y que supiéramos morir.
Y, finalmente, les hablé de nuestro sacrificio, que en cada caso tenía un significado. En la naturaleza de este sacrificio estaba el que pareciera insensato para la vida normal, para el mundo donde imperaba el éxito material.  Pero nuestro sacrificio sí tenía un sentido. Los que profesaran una fe religiosa, dije con franqueza, no  hallarían dificultades para entenderlo. Les hablé  de un camarada que al llegar al campo había querido hacer un pacto con el cielo para que su sacrificio y su muerte liberaran al ser que amaba de un doloroso final. Para él, tanto el sufrimiento como la muerte y, especialmente, aquel sacrificio, eran significativos. Por nada  del  mundo  quería  morir, como tampoco lo queríamos ninguno de nosotros. Mis palabras tenían como objetivo dotar a nuestra vida de un significado, allí y entonces, precisamente en aquel barracón y aquella situación, prácticamente desesperada. Pude comprobar que había logrado mi propósito, pues cuando se encendieron de nuevo las luces, las miserables figuras de mis camaradas se acercaron renqueantes hacia mí para darme las gracias, con lágrimas en los ojos.
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4 comentarios Agrega el tuyo »

  1. Impresionante.Lo primero que me viene al corazón es, si lo hubiera conocido!, si tuviera la paz de Carlota!, si si si…. es que para todos, o para mi ,existe una puerta a la esperanza?!!!! La felicidad no es un punto en el camino….es una manera de vivir ?!!!!!!!!

  2. ME HE QUEDADO SIN HABLA DESDE EL COMIENZO AL FINAL DE ESTA COMPAGINACION MARAVILLOSA DE OPTIMISMO UNA LECCION DE VIDA DE DOS SERES HUMANOS, QUE MARAVILLA!!!!!!!!
    Y siga el ejemplo lo necesitamos todos, porque si pensamos caray como me va, Siempre ver mejor al otro que seguro nos necesita

  3. Excelente forma de educarnos, de hacernos comprender lo maravillosa que es la vida del ser humano compartida con todo lo que Dios y la Madre Naturaleza nos ofrecen cada instante de nuestra vida terrenal.

    Saludos cordiales
    Juan Manuel Junco

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