Publicado el 15/05/2010 ~ 0 comentarios
CEREBRO DE MUJER Y CEREBRO DE VARÓN
Es el título del nuevo libro de Natalia López Moratalla (pueden verse más conclusiones y escritos en su blog personal: Crónicas de la Ciencia). En el que estudia tanto la igualdad como la diferencia entre mujer y varón, desde el análisis de una realidad insospechadamente conocida por la Neurociencia, que ella domina con asombrosa soltura.
“En el desarrollo embrionario no se construyen igual el cerebro de la mujer y el del varón”, afirma. “No existe un cerebro unisex… En el desarrollo embrionario no se construyen igual el cerebro de la mujer y el del varón”. “Nacemos ya con la estructura de un cerebro típicamente masculino o típicamente femenino”. Esta fue una de las respuestas de las preguntas que le formulan en el periódico Alba:
-Asistimos en la actualidad a un impulso del término igualdad aplicado al varón y a la mujer en todos los sentidos. Desde un punto de vista científico y cerebral, ¿hay un modo diferente de ser varón y mujer? ¿Hasta qué punto somos iguales o diferentes desde un punto de vista cerebral?
La pregunta es amplia y conviene matizar algunas cosas. Todo ser humano tiene un cerebro que es suyo, que se lo hace él. Heredamos la dotación genética que tenemos, y por tanto los cromosomas que nos hacen ser mujer o varón. Esa dotación genética permite que se tracen las grandes líneas de esas carreteras, de esos circuitos, esas conexiones, en un cerebro humano. Y hay distintas vías en todo cerebro para procesar situaciones diversas.
En toda persona, en todo cerebro humano, hay dos hemisferios, que están especializados. En la parte frontal del hemisferio izquierdo se procesa, por ejemplo, el pensar sistemático, el cálculo lógico, sistemático. Sin embargo, el pensar más intuitivo, la percepción y comunicación con la realidad de un modo más global, esto necesita una activación de la parte derecha del lóbulo temporal. Existe a su vez una conexión entre los dos hemisferios. Y toda persona tiene capacidad para pensar de una forma racional y de una forma intuitiva, para darse más cuenta de las emociones o la expresión de la cara de alguien, o ser muy poco empático.
¿Qué diferencia a un varón de una mujer? Yo suelo decir que no existe un cerebro unisex, porque no somos genéticamente iguales y nuestros cuerpos no son iguales. Y como esto es así, durante el desarrollo embrionario no se construye lo mismo un cerebro que otro. Las grandes áreas son distintas.Nacemos ya con la estructura de un cerebro típicamente masculino o típicamente femenino.
En resumen, podemos decir que el cerebro de la mujer es más pequeño respecto al cuerpo. Tiene más apretadas las conexiones; los dos hemisferios son muy similares, con una distribución de tareas bastante uniforme, y comunica muy bien de un lado a otro. Esto en cierta medida es la base que le da esa capacidad de tener una empatía, un conocimiento más directo de la realidad, menos racionalizado –esto no quiere decir que no razone–, sino que tiene facilidad para percibir de forma más intuitiva. Sin embargo, el cerebro de varón es más asimétrico: tiene las funciones del hemisferio izquierdo sólo en ese lado, podríamos decir extrapolando; y en el derecho lo mismo; y además, la comunicación entre los dos es menos fuerte.
Ahora bien, son cerebros humanos, con capacidades todas humanas y sea quien sea, varón o mujer, a lo largo de la vida el cerebro se va a modular personalmente, en diversas etapas: cada cual va a construir su propio cerebro.
-¿Qué es la neurociencia? ¿Por qué se habla tanto de ella?
La neurociencia es el conjunto de ciencias que explican el funcionamiento del cerebro desde el punto de vista de su anatomía, fisiología, etcétera. El crecimiento que estamos teniendo –porque podemos ver el cerebro en acción desde hace muy pocos años– nos permite poder comprobar y asumir qué neuronas están activándose o desactivándose ante una determinada tarea. Antes simplemente, durante muchos años, se había ido trabajando desde un punto de vista muy estático. Si una persona sufre un accidente y le falla un lóbulo frontal, por ejemplo, tiene determinadas consecuencias y, por tanto, esa región del cerebro es importante. Ahora lo vemos funcionando en situación normal.
Parece que se están produciendo avances significativos en la investigación del cerebro. ¿Nos puede ilustrar brevemente sobre las partes del cerebro humano y sus funcionalidades?
Todo hombre tiene un cerebro con dos hemisferios, derecho e izquierdo, y tres grandes capas: una capa o núcleo central, que es lo que solemos denominar el cerebro reptiliano, que procesa los instintos, informa del estado corporal; una segunda capa concéntrica, que es el sistema límbico, que lo asociamos a las emociones fundamentalmente. Y una tercera, la corteza, que lo cubre todo y está dividida funcionalmente (anatómicamente también) en distintos lóbulos: el frontal, que procesa el conocimiento, los lóbulos parietales, los temporales, que conectan directamente con las emociones, y la parte occipital. Esas tres capas interaccionan siempre entre sí, de tal forma que el conocimiento que nos puede llegar por la visión de algo –que se procesa en este caso en la zona occipital– es una información fría, y mientras no conecta con el sistema límbico, la información no se calienta, es decir, no adquiere el color de la emoción. Una vez que la información está en la corteza, toda persona puede aceptar, rechazar, frenar, controlar esa emoción, controlar ese proceso. Éste es en síntesis el funcionamiento del cerebro. Son conexiones entre las neuronas, y depende de las bombillas que se enciendan en cada momento en cualquiera de esas áreas, se forma una figura, como si fuera un espectáculo de luz y sonido, conecta con ese centro y se ilumina una zona; conectan unas con otras y aparece una imagen, una sensación, una emoción. El cerebro siempre está activo, y según la actividad que se está realizando, están activas una serie de neuronas u otras, y las conexiones entre ellas es lo que permite que aparezca una realidad mental.
-Asistimos en la actualidad a un impulso del término igualdad aplicado al varón y a la mujer en todos los sentidos. Desde un punto de vista científico y cerebral, ¿hay un modo diferente de ser varón y mujer? ¿Hasta qué punto somos iguales o diferentes desde un punto de vista cerebral?
La pregunta es amplia y conviene matizar algunas cosas. Todo ser humano tiene un cerebro que es suyo, que se lo hace él. Heredamos la dotación genética que tenemos, y por tanto los cromosomas que nos hacen ser mujer o varón. Esa dotación genética permite que se tracen las grandes líneas de esas carreteras, de esos circuitos, esas conexiones, en un cerebro humano. Y hay distintas vías en todo cerebro para procesar situaciones diversas. En toda persona, en todo cerebro humano, hay dos hemisferios, que están especializados. En la parte frontal del hemisferio izquierdo se procesa, por ejemplo, el pensar sistemático, el cálculo lógico, sistemático. Sin embargo, el pensar más intuitivo, la percepción y comunicación con la realidad de un modo más global, esto necesita una activación de la parte derecha del lóbulo temporal. Existe a su vez una conexión entre los dos hemisferios. Y toda persona tiene capacidad para pensar de una forma racional y de una forma intuitiva, para darse más cuenta de las emociones o la expresión de la cara de alguien, o ser muy poco empático. ¿Qué diferencia a un varón de una mujer? Yo suelo decir que no existe un cerebro unisex, porque no somos genéticamente iguales y nuestros cuerpos no son iguales. Y como esto es así, durante el desarrollo embrionario no se construye lo mismo un cerebro que otro. Las grandes áreas son distintas. Nacemos ya con la estructura de un cerebro típicamente masculino o típicamente femenino. En resumen, podemos decir que el cerebro de la mujer es más pequeño respecto al cuerpo. Tiene más apretadas las conexiones; los dos hemisferios son muy similares, con una distribución de tareas bastante uniforme, y comunica muy bien de un lado a otro. Esto en cierta medida es la base que le da esa capacidad de tener una empatía, un conocimiento más directo de la realidad, menos racionalizado –esto no quiere decir que no razone–, sino que tiene facilidad para percibir de forma más intuitiva. Sin embargo, el cerebro de varón es más asimétrico: tiene las funciones del hemisferio izquierdo sólo en ese lado, podríamos decir extrapolando; y en el derecho lo mismo; y además, la comunicación entre los dos es menos fuerte.
Ahora bien, son cerebros humanos, con capacidades todas humanas y sea quien sea, varón o mujer, a lo largo de la vida el cerebro se va a modular personalmente, en diversas etapas: cada cual va a construir su propio cerebro.
-¿Usted diría que en las investigaciones sobre el cerebro estamos en los albores? Ya que hablamos de varón y mujer, algunos cifran la atracción sexual, e incluso la afectividad o el amor en la pura bioquímica. ¿Somos algo parecido a circuitos eléctricos o seres programados biológicamente?
Durante muchos años nos hemos estado fijando en la anatomía. Ésta es el área que procesa el lenguaje, ésta procesa los olores… Pero llevamos muy poco tiempo en que podemos ver funcionar el cerebro. Por otra parte, la bioquímica del cerebro está muy avanzada. Conocemos con bastante detalle los procesos básicos que permiten excitar una neurona, frenarla, o conectar tipos de molécula, los mensajeros que puedan dar esas señales, etc. ¿La novedad dónde está? En dos aspectos. En que de la anatomía hemos pasado a la función, a la dinámica funcional, y aquí estamos empezando. Por eso la dinámica distinta que tienen el varón y la mujer, teniendo ambos cerebros igualmente humanos, va a ser de una gran ayuda para comprender esos procesos dinámicos. Y pienso que lo fundamental –la Naturaleza es muy clara en esto– es que empezamos a entender cómo el animal no puede pensar si algo le conviene o no para su biología –si tiene hambre, se tira a por la comida o si no, ni la ve, simplificando mucho–, y cómo el hombre es capaz de elegir no sólo si algo le conviene o no a su bolsillo o a su estómago, sino la realización de un acto de abnegación, ‘contra mis intereses inmediatos’ e, incluso, por alguien que ni siquiera conozco o que ni me cae bien. Nosotros somos capaces de pensar si esto es bueno o malo, no solamente si algo llena el bolsillo o el estómago. ¿Qué hace el hombre para ser capaz de ir contra lo que le apetece por un ideal, por una obligación moral, etcétera, y no seguir el automatismo de solamente resolver la inmediatez de sus necesidades biológicas? Es sencillo. El hombre, porque es libre, es capaz de liberarse del automatismo de esos procesos biológicos. Conocemos, y es lo que más me interesa en este campo, cómo cada uno se labra su propia vida, esos resortes, esos presupuestos biológicos, para decir: no, me apetece esto, paro y pienso, y actúo de otra manera…
-¿Eso se refleja en la actividad cerebral?
Las cosas que vemos y muchas de las actividades que desarrollamos llevan consigo procesar una excitación neuronal, es decir, que se pongan en marcha una serie de circuitos o conexiones neuronales. Pero podemos echar el freno. ¿Cómo? Diciendo ‘no’. ¿Y qué hace nuestro cerebro para recibir ese ‘no’? Sintetizar un neurotransmisor, por ejemplo, GABA, por el que en lugar de que la información vaya procesándose en una dirección a una velocidad concreta, frene. Eso lo hace en la corteza. Esa información le viene o de los sentidos o de su interior.
-Avances a través de la neuroimagen. ¿Cuál es la técnica más reciente que estudia el cerebro?
La neuroimagen consiste en hacer fotografías en secciones en una dirección o en otra. Y mientras hombres, mujeres, niños, etc. realizan una actividad, o se les enseñan fotografías para estudiar emociones, se analiza el sustrato cerebral que procesa esa emoción. Mientras dura la actividad, se estudia con resonancia magnética o con emisión de positrones el cerebro lámina a lámina en una dirección o en otra, y por tanto se visualizan las neuronas que están funcionando. Cuando está activa una célula, está consumiendo energía, por ejemplo de metabolizar la glucosa, y podemos hacer que emita una señal física. Por ejemplo, ver en gama de amarillo-naranja-rojos esa área del cerebro. De esta forma la intensidad del color da la intensidad de la actividad neuronal. Se sabe así en ese momento qué parte del cerebro estaba trabajando para procesar esa imagen visual, ese sonido, y por tanto sabes en ese momento qué está haciendo el cerebro. Los primeros trabajos de comparación de qué hace el cerebro de mujeres y de varones cuando un grupo de ambos efectúa la misma actividad son de hace pocos años y publicados recientemente. Así se han descubierto las estrategias específicas: varón y mujer utilizan caminos cerebrales distintos para realizar la misma actividad.
-Pero ¿ese freno y corrección también será físico? ¿O no? Los partidarios de ver a la persona como algo determinado, automatizado, afirman que eso también es físico…
Cada uno de nosotros somos cuerpo, y todo lo que nos pasa lo vivimos en desde nuestro cuerpo, y especialmente desde nuestro cerebro. Un cerebro que es nuestro; que está trabajado por nuestra vida. Nos vienen dadas al nacer unas estructuras generales ligeramente diferentes si es femenino o masculino, y a lo largo de la vida, con la educación, la cultura y las decisiones personales sobre todo, todo eso va dejando una huella en nuestro cerebro, de tal manera que los estados mentales son de nuestra biografía. No somos seres angélicos, somos hombres y mujeres. Por una parte, es cerebro nuestro, el desarrollo de la inteligencia, del corazón en el sentido de afectos, de capacidad de amar, eso va aumentando o se van cerrando esas ventanas. Y esas ventanas están grabadas en el cerebro, de tal forma que si yo no estoy acostumbrando a ayudar, mi ser no va a enfrentarse a un problema con una actitud de ayuda fácilmente.
-¿Se puede salir entonces de los denominados estados mentales para tomar una decisión diferente?
Éste es el segundo paso. Lo que emerge del funcionamiento del cerebro que nos hemos hecho cada uno, lo que suele llamarse ‘estados mentales’, eso nos corresponde, pero incluso cuando se está en ese estado mental –un sentimiento, una emoción, un gozo–, uno no está determinado a seguirlo. Eso lo sabemos muy bien al tomar una decisión. Y cuando se toma, le estamos dando órdenes a nuestro cerebro. Entonces el cerebro pone en marcha lo que se necesite para ejecutar la orden. Justamente esto es lo que se está conociendo más a fondo. Cuando teníamos una idea estática del cerebro, cabía pensar: bueno, si esto está aquí y esto allá, nos encontramos ante un mecano, esto funciona mecánicamente. Cuando vemos con esta claridad que el cerebro lo vamos haciendo, que hay encendidos y apagados personales, reflejo de nuestra biografía, y después, además, llegamos a un estado mental X, pero que en una situación concreta podemos ayudar a alguien que nos necesita o salir corriendo, y lo vamos conociendo, cada vez pierde más fuerza la idea de que los fenómenos mentales se reducen a los circuitos neuronales, y cada vez se ve más que es personal, y por tanto que es muy personal ser hombre o ser mujer.
¾¿Pueden alegar los partidarios del automatismo que el cerebro del varón y el de la mujer tienen habilidades diferentes, porque como el cerebro también se hace, los roles sociales han provocado que se adquiera esa forma de ser y de actuar? ¿Hay algún dato que muestre que no se trata de algo adquirido, sino que neuronalmente el cerebro está configurado de una manera o de otra?
Hay una confusión en un sentido muy determinista, y es pensar que son los roles sociales los que han hecho que la mujer tenga, por ejemplo, capacidad de desarrollar un cerebro maternal diverso del paternal. Y no parece que sea así. Por una parte, se nace con un cerebro que está configurado de una manera distinta, a nivel estructural, genéticamente porque las células del cerebro, como las de todo el organismo, tienen diferente dotación genética: XX en las mujeres y XY en los varones. Por ello fabrican hormonas diversas. Podemos decir que las funciones ‘generales’, iguales en ambos grupos, como la inteligencia global, son las que no dependen de las hormonas. El coeficiente de inteligencia, por ejemplo, depende de la velocidad con que aumenta el espesor de la corteza del lóbulo frontal del hemisferio izquierdo. En niños y niñas empieza a aumentar el espesor desde los siete años aproximadamente hasta los 13 años. El aumento es rápido en los de alto coeficiente de inteligencia y en los menos o poco inteligentes aumenta menos y lentamente. Se nace con una capacidad de inteligencia basal, tanto las niñas como los niños.
En unos y otras se desarrolla primero el lado derecho y luego el izquierdo… Eso es dado, así como otras disposiciones también vienen dadas, y otras obviamente se adquieren.
-Acaba de hablar de las hormonas. ¿Qué hay de la pubertad y de las hormonas en relación con el cerebro?
Las hormonas intervienen en el cableado del cerebro. Son las señales. Y las hormonas son diferentes en varones y mujeres y cambian en cantidad a lo largo de la vida. Para construirse, el cerebro requiere estas señales que recibe en unas áreas o en otras según tenga o no receptores para ellas. El mapa de receptores se traza genéticamente y por tanto es diferente en unos y otras. Hay una pubertad infantil, un tiempo en el que el cerebro queda bañado literalmente en hormonas femeninas o masculinas, que dependen de los genes. Se aprecia claramente que hay una tendencia natural de las niñas pequeñas, cuando todavía los roles sociales dicen muy poco, en algunas preferencias por distintos tipos de juegos. Incluso hay experimentos de preferencias de juguetes hechos con monos. Y no tienen las mismas preferencias las hembras que los machos. La hembra busca desarrollar habilidades, mientras el macho busca cosas que pueda lanzar y arrojar. Esto es, en los niños las preferencias se matizan, diluyen o marcan, según el ambiente. Pero por término general tiene sus referencias según el sexo.
A esta edad temprana, el cerebro se va configurando, conformando en unas áreas y en otras de acuerdo con las hormonas que segrega; y aquí, por ejemplo, la influencia del cariño o falta de cariño desempeña un papel esencial. Se está formando el hemisferio derecho y sin él no hay comunicación ‘empática’, y le quedará raquítica en el futuro si no le cubre la vida esa deficiencia de cariño en la primera infancia. El cerebro de la mujer, porque tiene una capacidad de empatía, de entender emociones, de entender por gestos más que conceptos, eso que se suele denominar intuición, hace un trabajo en paralelo con el desarrollo del niño o niña en los primeros años que le ayuda a desarrollar ese hemisferio derecho mejor. Es un papel femenino, en cuanto que la mujer está naturalmente mejor dotada para él. Y como todo puede ser asumido por un varón, el padre, que se empeñe en ‘comprender’ al bebé; sus lloros y sus caras.
Luego, cuando van creciendo, el desarrollo del hemisferio izquierdo, tanto en niños como en niñas, lo trabaja en paralelo más fácilmente el padre que la madre. Para la forma de entender o razonar, más racional que intuitiva o emocional, es importante el padre. En ese sentido necesita las dos figuras para su desarrollo armónico.
Hay otro periodo de la pubertad, la adolescencia, muy dirigido por hormonas, donde ya en el varón la liberación de hormonas es lineal, y en la mujer empieza a ser cíclica. El ambiente acentúa o borra, pero en esta etapa ya decide él, y elige formas de vivir (cfr. Arvonet).
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Una explicación de parte de lo dicho en este video: