Es una de las profesiones más ancestrales: LAS REDERAS. También se llaman cosedoras o diseñadoras, o neskatillas. Reparan o reponen material de las redes de pesca y se les paga por horas o por pieza reparada. Pese a que ha habido variados intentos, como probar unas máquinas de coser noruegas que se limitaban a pegar las roturas de las redes, la labor de estas mujeres se ha revelado insustituible. Ningún artilugio ha logrado igualar las expertas las manos de las rederas.
Hay trabajos como dicen en Italia que se llevan a cabo, “dietro le quinte”, detrás del telón, donde nadie los ve, nadie los aprecia, se da por hecho, “for granted” como dirían los ingleses.Solo se aprecian cuando están mal hechos, o cuando no se han hecho, cuando fallan, y entonces es el momento de darnos cuenta de su importancia. Hace falta que algo no funcione para que demos valor a lo que en sí ya lo tenía. Somos así de necios. Si funciona, todo bien, es lo normal, si no funciona vienen los porqués, que ha pasado, las lamentaciones; así no podemos seguir y un montón de cosas mas.
Hay trabajos que si se hacen mal, “la cosa” puede quedar fea, desordenada, sucia, o maloliente, pero hay otros que si no se hacen bien son inservibles, es más, producen un mal peor que su propia ineptitud.
La importancia de ese trabajo escondido va a depender de la finalidad del mismo. Aunque nadie lo vea, ni lo note ni lo valore cuando está bien hecho, si cuando vamos a usarlo está roto, o mal terminado, no servirá y entonces no podremos trabajar y se nos escapara la oportunidad tal vez de recuperar el tiempo perdido.
Haga frío o calor, con lluvia o a palo seco, entre gaviotas, viento, olor a salitre intenso, humedad que cala los huesos, allí están LAS REDERAS del pueblo, de mi pueblo, remendando las redes de los marineros, que sin ellas no saldrán a la mar, porque sin ellas de nada les va a servir ni un buen barco ni un buen marinero, ni siquiera una buen calado de peces, porque no habrá redes para cogerlos.
El trabajo del hilo a hilo, de nudo a nudo, valdrá la pena, los peces se convertirán en pescados, y estos irán al mercado al por mayor primero y despues al de la plaza del pueblo.
En mi pueblo han hecho un monumento a LAS REDERAS, menos mal que todavía hay personas con cordura y tino que se han dado cuenta de esta labor dura, callada e imprescindible, que sin ella, posiblemente no habría ni barcos, ni marineros, ni gaviotas ni puertos pesqueros. V.D.R.
Ni pescado que llevar a la boca.
Gracias por este artículo, nunca había oído hablar de esta profesión, de estas señoras que cada día elaboran un trabajo tan cuidadoso para los demás… como pasa tantas otras veces, se acaba viendo y valorando el producto final, y no los diferentes pasos que con lucha se han ido haciendo para llegar a ese final!
Xsc dijo el 04.08.2011 a las 1:56 pm
Ni pescado que llevar a la boca.
Gracias por este artículo, nunca había oído hablar de esta profesión, de estas señoras que cada día elaboran un trabajo tan cuidadoso para los demás… como pasa tantas otras veces, se acaba viendo y valorando el producto final, y no los diferentes pasos que con lucha se han ido haciendo para llegar a ese final!