Cambia lo que puedas, acepta lo que no, se sabio para ver

Publicado el 29/06/2012 ~ 1 comentario
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Cambia lo que puedas, acepta lo que no, se sabio para ver. No lo olvidemos: somos siempre libres, pero nunca seremos libres de las consecuencias de nuestros actos: estos son lo que son.

Nosce teipsum: es el principio de la sabiduría.
Cuenta Unamuno la historia de la tía Tula, una historia de amor. La hermana de Tula, una mujer muy floja y muy débil, se casa con un hombre igualmente flojo, Ramiro. En uno de los partos muere la mujer dejando algunos niños en manos de un esposo muy poco preparado para ser padre. Para entonces ya ha entrado en acción Tula. Tula es una mujer de carácter, sin el atractivo físico de su hermana: ha permanecido soltera. La tía Tula se encargará de criar a los sobrinos. Los niños la adoran, ella sabe cómo se saca adelante un hogar y cómo se educa a los pequeños. Entonces, en un momento determinado en el que Ramiro, atormentado por sus penas, abraza a uno de los niños,  para ser exactos dice: “cogía a la niña y se la devoraba a besos”, Tula le reprende: “no tanto, hombre, no tanto, que así no haces sino molestar a la pobre criatura”. Entonces hablan los dos, el hombre pregunta porqué los niños huyen de sus caricias y, sin embargo a ella la buscan. La respuesta de la tía Tula está llena de sabiduría: “es que yo no les besuqueo como tú, ni les sobo, y cuando les beso, ellos sienten que mis besos son más puros, que son para ellos solos…”. De este modo le reprocha que todos esos achuchones que administra a las criaturas, son en realidad para el mismo, no para sus hijos. Igualmente sabia es esta otra sentencia de la tía Tula que se encontrará en esas páginas: “hartándoles de besos y de golosinas se les hace más débiles”.
Los niños saben si un adulto les quiere a ellos o se ama a sí mismo. Hay besos que nos los damos a nosotros mismos. El cariño puede convertirse en una prisión. El peor de los calabozos es el apego, ahí uno está diciendo: “te quiero para mí”; en lugar de: “te quiero por ti mismo, me alegro de que existas”. Las personas deben ser contempladas, no absorbidas.
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  1. “El peor de los calabozos es el apego”
    Una verdad como un templo, el apego impide ver la realidad, porqué en verdad se le da un valor que no tiene, no merece una sola lágrima, ni un pensamiento que será inútil i te apartará de Dios, por eso es tan tóxico y dañino.
    No puedes salir de él solo con separarte de aquello o de esa persona, el desprendimiento debe ser interior, porqué sino rompe y endurece el corazón.
    Nosotros escogemos: desprendernos y ser felices o apegarnos y estar amargados por vivir una mentira que nos romperá el alma.
    Amar, amar, amar es la solución. Si amamos con un amor verdadero nos seguirá importando y seguiremos recordando con cariño los momentos vividos pero ya no nos afectarán.

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